miércoles, 24 de junio de 2015

¿Recuerdas
cuando las calles eran nuestras?

Pisábamos tan fuerte
que mis tacones y tus botas hacían eco.
Si nos llovía encima
saltábamos los charcos.
Si el asfalto conservaba el calor de la tarde,
íbamos descalzos.

No habia límites, ni metas, ni fronteras.
Para nosostros no existían
los callejones sin salida.

Y quizás mis pasos no fueran los más  firmes
y tú tropezaras con frecuencia,
pero nos teníamos para ayudarnos
a levantarnos.

Fue tan especial 
que casi me jodió que solo durara
lo que tardamos en llegar del bar a casa.


sábado, 20 de junio de 2015

Noches de ludopatía.

Me emborrachas a besos
y te largas;
y claro,
luego me dejas más resaca
que la ginebra.
Empieza a no parecerme justo
este juego que te traes
de Cenicienta
-de sí pero no-
en el que siempre tienes
las mejores cartas.
Y me desespera
que ya no me queden ases en la manga.