Dicen que el amor es ciego y siempre arde.
Se va chocando con las paredes,
y por mucho que duela no puede impedirlo porque es su naturaleza.
Comienza con un calor tibio que le gusta al alma,
y consigue arrancar el hielo
hasta de los pies.
Pero sin darnos cuenta comienza a quemar y nos abrasa.
Abrasa las ganas de amar.
Y provoca ampollas que escuecen
(¡Que si escuecen, dice!)
Y deja cicatrices que pican cada vez que las recuerdas
(¡Menudas cicatrices deja!)
Y sangras por dentro porque tu amor a vuelto a chocar. Porque es ciego.
Y encima, torpe.
Y acabas lleno de ampollas que escuecen
y que dejan cicatrices permanentes
Y no se puede evitar porque así es el amor:
ciego;
y siempre arde.